viernes, 25 de mayo de 2018

The end

Se acabó.

Nos dimos todo. Nos exprimimos hasta el último segundo, cuando entré al ascensor, de pronto salí a ver si seguías en la puerta esperando a que se cerrasen las puertas, y ahí estabas, se nos escaparon unas risas, risas nerviosas, risas de no saber cuándo nos íbamos a encontrar de nuevo. Desaparecí por el ascensor y cerraste la puerta. Nos dimos todo lo que teníamos el uno para el otro, no hay nada que reprochar. Puede que tú me diste más a mi que yo a ti. Mejoré como persona, como amigo, como novio. Por eso te doy las gracias.

No acepté esta situación, para qué mentir. Me vi superado, como si un tsunami me tragara. Me sentí el Empire State con sus 102 plantas. Sentí que estábamos tocando las estrellas, hasta que a las 19:23 me estrellé. Y lloré como nunca había llorado, hasta que no quedaba ninguna gota de agua por salir.

Duele. Duele porque son muchos años, muchos momentos, cosas inmateriales que valían oro. Pero hay un límite, donde debes saber si seguir o no con esa persona o reemplazarla por otra que ha entrado por tus ojos y te ha hecho sentir algo que yo no supe mantener.

No hay nadie indispensable. Hay personas que duelen mucho rato pero no toda la vida. Al final dejará de doler y se supera. Sólo es cuestión de creer en que puede ser así.

Es hora de poner punto y final a esto, a algo que me ha dado la vida, que me ha permitido conocer a personas maravillosas, que me han demostrado un cariño especial durante tanto tiempo sin esperar nada a cambio. 

La vida no para nunca, y los trenes pasan a su hora.


No hay comentarios:

Publicar un comentario