Las cosas cambian, y yo con ellas. Nunca llegue a desvincularme por completo de algunos sentimientos negativos. La culpa me seguía allá donde iba, me hacía sentir frustración conmigo mismo, desesperación en algunas ocasiones. Prometí irme de allí. Y aunque muchas cosas que prometía no cumplí, esta vez me fui para no volver.
Me despojé de ese sentimiento tan dañino, lo aparté, como debemos apartar a todo aquello que nos hace daño. Estamos de paso, y tenemos que sentirnos bien con nosotros mismos. No vale la pena ser feliz si no tienes esa tranquilidad interior. Suena muy rocambolesco, pero soy feliz así.
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